INFORME

Porno, adolescentes y brecha digital

Webs, redes sociales y chats, principales fuentes de consumo de contenido sexual. Los jóvenes con menos recursos se encuentran más pornografía de forma accidental. Un 70 % reclama más educación sexual

Pornografía y adolescentes | Save the Children
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Páginas web, redes sociales y grupos de mensajería. Estas son las principales fuentes de consumo de pornografía de los y las adolescentes. Acceden fundamentalmente a aquellos sitios más populares y de libre acceso –más del 68 % ha visto porno en el último mes– y utilizan las redes y los chats de apps de mensajería instantánea para el intercambio de contenido sexual autoproducido. Solo un porcentaje mínimo de los jóvenes ha visualizado escenas porno a través de Instagram mediante vídeos directos o en salas privadas. Estas son algunas de las principales conclusiones del informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, presentado hoy por la organización Save the Children España.

Los contenidos pornográficos se han convertido en el principal ‘educador’ sexual de los adolescentes y resulta significativo que a casi un 70 % de los que han visto porno les gustaría tener más información sobre sexualidad, lo que evidencia también un defícit de la educación sexual en los centros de enseñanza. Es muy preocupante que para el 30 % de los chicos y las chicas la pornografía supone la única fuente de información sobre la sexualidad. Según los expertos de Save the Children, todos los defectos de la sociedad en cuanto a desigualdad, violencia de género y discriminación de la diversidad “se plasman en el entorno digital. La ‘nueva pornografía’ de consumo masivo online, gratuita e ilimitada sigue estos mismos mandatos y perjudica a la adolescencia”.

1.600 estudiantes

En la encuesta a más de 1.600 estudiantes entre 13 y 17 años, realizada en centros educativos de todo el territorio nacional, más del 62 % de los jóvenes admite haber visto pornografía alguna vez en su vida, ya sea a través de internet o por otras vías, siendo los adolescentes heterosexuales y gays los que más han accedido a estos contenidos. La edad media del primer acceso se sitúa en los 12 años. Es curioso que en ese primer acceso al porno se note también la brecha digital y el nivel socioeconómico. Sin acceso a internet o con menos posibilidades de tener un smartphone o tableta, el material pornográfico resulta menos accesible. “Quienes tienen menos recursos económicos se encontraron de manera accidental con material pornográfico un 10 % más que quienes cuentan con mayores rentas". Además, afecta a la frecuencia de consumo: "adolescentes con rentas superiores visitan más habitualmente webs de contenido sexual”, tal y como muestran los resultados obtenidos por Save the Children.

Las principales fuentes de acceso son el grupo de iguales. Los amigos y compañeros de colegio son la principal vía para tener ese primer contacto. Si en generaciones anteriores, los adolescentes intercambiaban material pornográfico impreso, la expansión de internet –más del 92 % tiene acceso a la red– y los smartphones facilitan el intercambio de memes, gifs, fotos o enlaces a vídeos. Casi un 30 % de los jóvenes tuvieron ese primer encontronazo con el porno porque un amigo o amiga le enseñó imágenes en su dispositivo, un 15 % lo buscó por su cuenta y poco más de un 6 % lo recibió a través de grupos de mensajería o redes sociales.

Escenas en series y ventanas emergentes

Otra vía de acceso son las escenas explícitas incorporadas en películas y series de televisión; los anuncios y ventanas emergentes que aparecen en las páginas y plataformas libres de descargas de series y películas; y, en mucha menor medida, a través de un familiar o de personas desconocidas. El acceso por búsqueda activa sigue siendo la principal puerta de entrada para los chicos mayores de 11 años y por adolescentes de género no binario. Una de las conclusiones más destacadas es que las chicas están más expuestas a recibir contenido sexual de personas desconocidas y de manera accidental, mientras los chicos lo integran de forma activa como parte de un rito de iniciación a la madurez, al deseo sexual y a la socialización masculina. También hay diferencias de género en la forma de consumirlo: mientras el 97,4 % de los chicos lo ve solo, esa cifra desciende al 85,8 % entre las chicas, que también optan por verlo con amigas.

Uno de los aspectos más preocupantes es el contacto por internet con personas desconocidas con fines sexuales. 13 de cada 100 adolescentes ha entrado en contacto a través de internet, al menos una vez, con una persona que no conoce con fines sexuales. A pesar de ser minoritario, el riesgo de sufrir violencia sexual onlinegrooming o sextorsión– está ahí. “La violencia virtual es tan real y dañina como la física. Que un adulto contacte con una adolescente, engañándola para que le envíe material sexual, ataca la libertad e integridad de quien lo sufre.

Otra práctica habitual es el intercambio de contenido sexual en internet: la recepción, anónima o no, de imágenes sexuales no solicitadas en redes sociales o chat de apps de mensajería; compartir fotos propias con un contenido sugerente y sexual replicando los patrones del porno, y el envío de stickers, gifs, memes o enlaces porno a través de WhatsApp son las tres formas más utilizadas por los chavales.

Entre las recomendaciones que plantea Save the Children destaca la aprobación del Proyecto de Ley de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, la mejora de la educación afectivo-sexual y de la educación en ciudadanía digital, para así salvaguardar el uso seguro y responsable de las tecnologías; las campañas de sensibilización, y la colaboración entre administraciones públicas y plataformas de internet para regular el acceso al contenido pornográfico.

Levanta la Cabeza
  Madrid | 22/09/2020
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