ENTREVISTA

María Lázaro: "La huella digital es la nueva hipoteca de los más jóvenes"

Trabaja en el Real Instituto Elcano y es una apasionada de los medios sociales. La periodista que quiso ser astronauta acaba de publicar 'Redes sociales y menores. Guía práctica', un toque de atención a jóvenes y adultos para que gestionen de forma responsable el entorno digital

María Lázaro | María Lázaro
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“Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que lo intentas”. Durante cuatro años ha estado viendo esta frase cuando se abrían las puertas del ascensor en su lugar de trabajo. Esas once palabras le servían de acicate para desarrollar sus proyectos, ideas y trabajos. A veces, incluso, a costa de darse contra un muro una y otra vez. María Lázaro Ávila es especialista en social media y transformación digital, le apasiona el marketing, las marcas y los procesos de construcción y desarrollo de una imagen corporativa. “Si no fuese periodista, sería astronauta, pero me dijeron que eso era imposible porque era mujer, española y tenía gafas. Y me lo creí”.

Directora de Desarrollo Corporativo del Real Instituto Elcano, ejerce de profesora en diferentes másteres y acaba de publicar ‘Redes sociales y menores. Guía práctica’ (ed. Anaya Multimedia). Si quieres saber más de esta mujer incansable, puedes leer su blog Hablando en corto, donde comparte sus observaciones sobre el mundo digital y el marketing.

Como experta en medios sociales y transformación digital, ¿En qué momento nos encontramos?

El año 2020 –y probablemente también 2021– será sin duda recordado como el año de la pandemia y aún falta por ver cómo vamos a emerger de la crisis no solo sanitaria, sino también económica y social que se nos avecina. En el ámbito tecnológico, la pandemia ha acelerado de forma brutal la digitalización, ha incrementado exponencialmente el consumo de internet y redes sociales, ha impulsado el teletrabajo, ha puesto a prueba la educación digital, ha dejado al descubierto la necesaria transformación tecnológica de las empresas y la Administración Pública, ha demostrado que es esencial aprender a analizar e interpretar grandes conjuntos de datos… Y también ha puesto de manifiesto que es imprescindible adquirir y fomentar competencias digitales, invertir en formación digital, porque no es el futuro: es el presente. Queda por delante el reto de que esta digitalización sea inclusiva, que sirva para facilitar el acceso de toda la población a recursos, educación, empleo, y que no tenga el efecto contrario: aumentar desigualdades y ampliar la brecha socioeconómica entre quienes sí tienen acceso a la tecnología y saben usarla, y quienes o bien carecen de acceso, porque no tienen conexión a Internet o los dispositivos necesarios, o bien no saben cómo utilizarlos adecuadamente para sacarles el mejor provecho.

¿Qué te ha llevado a publicar un libro sobre redes sociales y menores?

En los últimos años me he encontrado con padres y madres que no saben qué hacen sus hijos con los móviles y las redes sociales, pero se niegan a abrirse un perfil. O que cuando son casi bebés le dan una tableta para que se entretengan y no molesten, y cuando crecen se lamentan porque están ‘enganchados’ al móvil. Profesores desbordados por situaciones de ciberacoso. Pero también estudiantes de postgrado que llegan al aula preocupados por mejorar su ‘marca personal’ de cara al mercado laboral, y que o no saben o ya no pueden gestionar su huella digital, aunque se supone que deberían ser capaces. Adolescentes (y adultos) que consideran que están sobradamente informados con los mensajes que les llegan por WhatsApp y lo que ven en sus redes sociales, sin ser conscientes de cómo funciona un algoritmo o de cómo se hace viral la desinformación.

Y entre todo este lío, mucha lección sobre lo que no hay que hacer (o no hay que dejar hacer a nuestros hijos), y poco debate sobre cómo aprovechar bien la tecnología. Mucho énfasis también en “qué se puede hacer a qué edad” y poca reflexión sobre “cómo es tu hijo o hija y qué le puedes enseñar”. Para cubrir ese vacío, para intentar aportar una reflexión sosegada y también consejos prácticos, surge la idea de este libro.

¿En sus páginas se hablará de riesgos y también de los beneficios de las redes sociales?

En el libro se da una visión multidisciplinar sobre el uso que los niños y adolescentes –y por extensión, los adultos– estamos haciendo de las redes sociales, Internet, móviles y la tecnología en general. El libro alerta de sus riesgos porque los hay, pero también muestra las oportunidades y cómo promover una utilización positiva y responsable. Basado en datos y estudios, pero también con la opinión y experiencia no solo mía, sino de una veintena de especialistas en diversas áreas como la educación, sociología, pediatría, ciberseguridad, psicología, pedagogía, legislación, cibervoluntariado… He incluido también a tiktokers y youtubers. Todas esas ideas invitan a la reflexión individual y familiar sobre por qué, para qué y cómo queremos relacionarnos con la tecnología, y también consejos concretos para poner en práctica la decisión que tomemos. Es también un libro pensado para compartir con los menores, para contrastar y comprobar con ellos actitudes e ideas, romper barreras tecnológicas y servir de guía en esta aventura digital.

¿Cómo evitar que las redes sociales sean un peligro para los menores?

Para evitar que Internet y las redes sociales sean un campo de minas, como dices, es esencial la educación en todos los ámbitos y niveles: en el entorno familiar, en la escuela, desde la infancia, en un proceso de acompañamiento y supervisión activa, gradual y responsable. La tecnología, internet, los móviles o las redes sociales no son buenas o malas per se. Lo es el uso que se haga de ellas. Debemos aprender a usarlas. Es también clave educar en valores: tendemos a centrarnos en enseñar a utilizar “el cacharro” –cómo configurar un perfil social, por ejemplo–, pero se nos olvida que antes de todo eso está la educación en valores. Además, es esencial guiarles para usar los medios tecnológicos con sentido común y pensamiento crítico: que desde pequeños reconozcan que no todo lo que circula por las pantallas es real ni cierto, que interioricen que es recomendable contrastar, indagar, cuestionar, verificar y, llegado el caso, preguntar, consultar, pedir ayuda. Que no acepten como válido todo lo que entra en la aplicación de mensajería, que identifiquen, rechacen y bloqueen lo que puede resultar perjudicial.

¿Cuáles son las claves para crear esa generación de ciudadanos digitales con sentido común y pensamiento crítico?

Bajo la idea de “ciudadano digital” está la capacidad para desarrollar habilidades digitales, acceder a contenidos online de forma segura y transparente, participar en actividades de decisión, políticas, sociales o culturales a través de medios tecnológicos, y todo ello con un criterio ético y responsable en el uso de internet, redes sociales y tecnología en general. O sea: casi nada, ¿no crees? Esto no es una asignatura que se pueda aprobar o suspender, no es algo que se aprende solo en el colegio en casa, en un proceso permanente que implica pensar y ser consciente de para qué usamos la tecnología.

Para intentar clarificar cómo lograrlo, en 2013 la Comisión Europea elaboró un Marco Europeo de Competencias Digitales para la Ciudadanía que puede tomarse como referencia. Incluye, por ejemplo, aprender a navegar, buscar y filtrar información y contenidos digitales, y a evaluar los datos que se obtienen. Esto es muy importante en tiempos de desinformación y noticias falsas. También, saber gestionar, almacenar y organizar contenidos digitales, aprender a interactuar, colaborar y compartir a través de medios online y descubrir cómo participar e implicarse en la sociedad mediante la tecnología. Todo ello, sin olvidar que es preciso conocer las normas de comportamiento en medios online –lo que se denomina netiqueta– y gestionar la identidad digital. Los menores han de aprender además cuestiones relacionadas con los derechos de autor y las licencias, y también a programar. Los elementos de seguridad son esenciales: protección de dispositivos, de los datos personales y de la privacidad, etcétera.

¿Qué recomendaciones darías a los padres para que sepan trasladar unas pautas a sus hijos/as por un uso responsable de las redes?

Quizás una de las principales recomendaciones es que hagan entender a sus hijos que el entorno online y el offline no son diferentes. No deberían hacer en redes sociales aquello que no harían en el entorno físico, porque tanto lo uno como lo otro es ‘la vida real’. Por tanto, en redes sociales no hay que hacer ni decir nada que no te atreverías a decir cara a cara, no se puede humillar ni insultar, hay que ser educado, no se debe compartir ni reenviar contenido que pueda dañar a otras personas –incluso aunque no las conozcas– ni añadir como amigo a quien no conozcas en el mundo físico, porque cualquiera puede fingir ser quien no es.

Hay que enseñarles también que no todo lo que se recibe o lee es cierto, que los pantallazos se pueden falsear y que las cadenas de mensajes –del tipo “pásale esto a tus cinco mejores amigos”– suelen tener como objetivo sobrecargar el servidor de la aplicación. Que nadie es mejor o peor ni más importante por tener más o menos seguidores y que acumular likes no te hace más popular.

Es importante también explicarles cómo funcionan los algoritmos y por qué cada red social le muestra en pantalla un determinado contenido, que depende de dónde ha dado ‘me gusta’ antes, con qué contenido ha interactuado, a quién sigue o quién le sigue… Conviene orientarles en la selección de cuentas y perfiles que siguen, y estar al tanto de qué contenido visualizan. Y también hay que animarles a que exploren los usos creativos, a que busquen inspiración, a que contrasten información.

¿Qué riesgos acarreará la huella digital temprana?

En mi libro explico que la huella digital es ‘la nueva hipoteca’ de los más jóvenes… porque es algo que les acompañará toda su vida y que empiezan a crear cuando aún no son conscientes de ello. Lo que hoy publican y comparten queda archivado online año tras año, y son muchos años, muchas fotos, muchos vídeos, muchos mensajes. No importa que sea en perfiles privados: cualquiera puede sacar pantallazo, guardarlo y redifundirlo después. No importa que solo tengas unos pocos seguidores, cualquier contenido se puede hacer viral y llegar adonde ni siquiera imaginas.

Y después de la niñez y la adolescencia, llega la juventud y la búsqueda de empleo. Aquí es donde muchos empiezan realmente a darse cuenta de las consecuencias que tiene esa huella digital, porque los responsables de selección de personal recurren a las redes sociales para comprobar la fiabilidad de los aspirantes a un puesto: en España, el 81 % de los responsables de las áreas de Recursos Humanos asegura que consultan las redes sociales de los candidatos preseleccionados antes de tomar una decisión. Es clave por tanto que los menores sean conscientes de qué huella, qué rastro están dejando en redes sociales e internet, y cómo puede ser utilizado en su contra en el futuro.

¿Los nativos digitales nacen o se hacen?

En realidad, la idea de ‘nativo digital’ está falseada o tergiversada. El concepto de nativo digital se acuñó en 2001 cuando Marc Prensky escribió un artículo en la revista On the Horizon en el que explicaba cómo habían cambiado las actitudes y los hábitos de los estudiantes en la última década a raíz de la introducción masiva de las nuevas tecnologías: con el término de nativo digital distinguía a los nacidos en plena introducción de estas tecnologías de quienes habían debido adoptarlas en la edad adulta, los inmigrantes digitales. Rápidamente se extendió la idea de que, por el mero hecho de nacer rodeado de tecnología, se aprendía a utilizarla de forma natural y de la manera más adecuada.

Pero esto es un error, porque nacer rodeado de tecnología o aprender intuitivamente a qué botón darle no implica ni mucho menos que sepas cómo procesar la información, ni cómo aprovechar el potencial, ni los riesgos. Yo suelo decir que los nativos digitales no nacen, los nativos digitales se hacen: solo mediante el aprendizaje, la educación y la continua adquisición de competencias digitales se puede “digerir” el ritmo trepidante al que evoluciona la tecnología.

Y sobre tendencias… ¿qué se podrán ver en las redes sociales los próximos años?

Es de prever que sigan ganando relevancia los contenidos efímeros. De hecho, LinkedIn acaba de introducir las Stories en esta red social. También aumentarán los contenidos relacionados con aplicaciones de inteligencia artificial, ya sea con fines comerciales o lúdicos. El vídeo seguirá cobrando importancia, y parece que está registrándose una nueva alza en los formatos de audio o de podcast, habrá que ver cuánto dura. Es posible también que se desarrollen redes sociales de ámbito restringido, en los que aumente la sensación –aunque sea falsa– de privacidad, ahora que comienza a calar la concienciación ante la necesidad de proteger la privacidad y los datos personales.

¿Sin qué red no podrías vivir?

Twitter. Con todos sus defectos, para mí sigue siendo una fuente inagotable de información y una vía para conocer y relacionarme con personas interesantes.

Levanta la Cabeza
  Madrid | 26/10/2020
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