Lectura
eBook: la revolución que no fue y el complemento que las editoriales necesitaban
El libro electrónico no ha conseguido desplazar al papel como se pensó hace más de una década. Sin embargo, su venta supone un sólido complemento de la facturación editorial. Por Javier López Menacho.
Muchos expertos consideran que el libro electrónico nació en 1971 con Michael Hart, el fundador del proyecto Gutemberg, que pretendía crear una biblioteca digital accesible por cualquier persona. El desarrollo tecnológico procuró que a principios de siglo se llegara a pensar que sería la gran revolución de la industria del libro. Tuvo una gran aceptación popular y un arranque de galgo. Los más agoreros decían que el libro en papel estaba en peligro. Hablamos, por supuesto, del eBook.
Pero como decía Irene Vallejo en su exitoso ensayo El infinito en un junco, conviene no infravalorar el poder de un libro en papel, un objeto milenario que ha vencido a hogueras, catástrofes y todo tipo de inconvenientes a lo largo de la historia. A lo que hay que sumar el carácter fetichista de la comunidad lectora global. El objeto libro aún tiene un alto valor sentimental.
No, no se cumplió la distopía que vaticinaban para el libro en papel. En la actualidad, la resistencia del papel convive con el hecho de que el eBook sigue creciendo en todo el mundo, aunque lejos de ser hegemónico para la industria. Según el Informe de Comercio Interior del Libro, que ha presentado recientemente la Federación de Gremio de Editores de España, la edición de libros en digital supone algo más del 5 % de la facturación total del sector editorial. El resto, lo aporta el libro en papel.
A escala internacional, el panorama es más diverso. Un estudio reciente de Statista Market Insight asegura que la comunidad lectora de eBooks en el mundo asciende a los 980 millones de usuarios, 50 millones más que en 2022. Se espera que en 2025 esta cifra haya superado de sobra el billón de lectores. Cada país, no obstante, presenta una realidad propia dependiendo de las circunstancias legales y fortaleza de su industria.
El repunte pandémico
Desde que irrumpiera en la realidad de la comunidad lectora, quizás el momento más relevante para el eBook haya sido los dos años de la pandemia de la Covid-19. Con las librerías cerradas y pasando la población más tiempo frente a la pantalla, el eBook fue una solución cultural de valor. Este momento engrasó la máquina de producción para muchas editoriales pequeñas y medianas que aún no habían digitalizado su producción. Según CEDRO, el libro electrónico tuvo un gran desarrollo durante la pandemia y, a partir de ahí, el ritmo de crecimiento global ha seguido aumentando.
Raúl Asencio, editor de La Caja Book, explica esa revalorización del libro electrónico tras la pandemia: “Al no haber previsión de novedades a corto plazo, la única manera de mejorar la disponibilidad de los libros para una editorial como la nuestra fue maquetar todas las obras y ponerlas a disposición de forma digital”, cuenta. “Durante el tiempo de encierro completamos todo el catálogo y la facturación ha ido creciendo hasta estabilizarse sobre el 8 % del total”.
Y es que, si bien el eBook no ha adquirido una posición hegemónica, sí que aporta una fuente de ingreso extra a la editorial que contribuye de forma esencial a la seguridad económica. De la misma manera, contribuye a que las propuestas editoriales se mantengan con vida más tiempo, al contrario del limitado tiempo que pasa un libro en las librerías españolas.
La accesibilidad y la disponibilidad son dos de las grandes aportaciones del eBook en materia de negocio. “Hay libros que la propia editorial puede poner en distribución en otros países y territorios, y esto permite encontrar lectores más allá del circuito español”, incide Asensio.
Los datos del Informe anual del libro digital 2022, de Libranda, destacan un aumento del libro digital en lengua española del 4 % a nivel global en relación con el año anterior. En España, este crecimiento sube al 5 %. “Creemos que la evolución del mercado del eBook continuará en la línea de los últimos años, lo que supondrá que se mantenga en torno al 5 % de la facturación total del sector”, aseguran desde CEDRO.
Un perfil joven, formado y tecnológico
Según el Informe de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2022, de la Federación de Gremios de Editores de España, el perfil de quienes leen en formato digital corresponde a personas de menos de 55 años y con un nivel de estudios alto. Además, el dispositivo más utilizado para esta lectura es el teléfono móvil, que convive en funciones con el e-reader.
Sobre sus ventajas, Asensio destaca que “permite a estudiosos, académicos o lectores curiosos acceder a los libros con apenas unos clics y de forma más barata”. Los lectores que buscan extractos o citas con las que nutrir sus estudios tienen en el eBook un aliado, pues les ahorra el desplazamiento o la inversión de tiempo para acudir a las bibliotecas públicas.
Son numerosas las plataformas que ofrecen acceso a una enorme cantidad de títulos. Desde e-biblio, el servicio de préstamo gratuito de las bibliotecas públicas a modo de biblioteca digital, hasta las plataformas de pago, donde existen suscripciones mensuales como Script o Amazon KindleUnlimited.
¿Qué retos tiene el eBook por delante?
Desde CEDRO señalan al “robo de contenidos editoriales” como principal reto de futuro. Su ausencia crearía una cultura del eBook más sólida, que beneficiaría en mayor medida a editoriales y autores. La asociación ha presentado este mismo verano el informe Sostenibilidad de la Cultura Escrita, una iniciativa mano a mano con actores del sector editorial que pone de manifiesto la situación de desventaja competitiva que sufren los autores y editores españoles frente a sus homólogos europeos, principalmente por dos factores: la falta de remuneración de derechos de autor por la reutilización de sus obras (digitalización, fotocopias, comunicación pública, etc.) y el robo digital de contenidos.
La digitalización del sector editorial ha traído consigo un aumento del robo de contenidos. Además, estos archivos no suelen pesar demasiado, lo que facilita su compartición ilegal mediante plataformas de mensajería instantánea como WhatsApp, que supone el principal canal de accesos a obras ilegales.
Así, los accesos a páginas web que comparten contenidos editoriales ilícitos han aumentado en casi un 60 % en el último año y los internautas hispanohablantes acceden un 15 % más a estos sitios ilícitos que el resto de los usuarios de otros países. Estos datos demuestran la amenaza que supone el robo de contenidos para la industria española. Para frenar esta actividad ilícita, señala CEDRO, es importante que se impulsen medidas legislativas que permitan luchar contra la piratería de forma diligente y ágil en el ámbito de las plataformas tecnológicas.
Asensio, sin embargo, es más optimista y cree que la clave es consolidar ese porcentaje de ventas online que permita a las editoriales contar con otra vía de ingreso regular. Lo que parecía una lucha de formatos ha acabado en pura convivencia. Durante los próximos años, los lectores podrán elegir su formato preferido en una industria que desarrollará estrategias en paralelo que permitan el crecimiento de la comunidad lectora.